El mundillo del desarrollo web, tal y como está actualmente, puede dividirse en tres grupos:
* los "perdónales Señor, porque no saben lo que hacen", compuesto en su mayoría por wannabees que acaban de terminar algún curso de informática o de leer algún manual en línea sobre HTML (todos hemos pasado por esa fase, pero muchos tuvimos el buen juicio de no intentar hacernos pasar por profesionales mientras estuvimos en este estado larvario); y por los muy peligrosos diseñadores gráficos que se han limitado a instalar además de Photoshop el Dreamweaver+Flash y aún no se han percatado de que medios diferentes requieren lenguajes diferentes. La evolución hará que tiendan a desaparecer.... pero la evolución es un proceso lento.
* las "empresas de guerillas", pequeñas empresas que no pasan (las más grandes) de diez personas, a menudo no más de cuatro, compuestas de personal altamente cualificado, especialistas en programación, arquitectura de la información y/o diseñadores gráficos que han visto la luz, con una edad media que no llega a las tres décadas, y con un inmenso conocimiento del medio en que se mueven, al día de las últimas tendencias en codificación y diseño, que nadan como pez en el agua entre docenas de siglas como XML, WAI o CSS, que conocen lo que los usuarios quieren y los problemas que tienen para obtenerlo, y cuyo personal pasa casi tanto tiempo navegando como "trabajando" en el sentido clásico del término. Son las empresas que no sólo ofrecen la mejor relación precio/calidad, sino las que mueven el mercado y el medio en la dirección correcta, ofreciendo soluciones a sus clientes que son útiles y prácticas a los usuarios. Desgraciadamente el ciclo de vida de estas empresas, a menudo propiedad de sus trabajadores (que por lo general carecen de genes empresariales), suele ser bastante corto.
* y el Lado Oscuro: las Grandes Empresas, sobre todo de comunicación y servicios, que mueven sumas obscenas de dinero, tienen docenas si no cientos de empleados, consejos de administración con una media de edad de 120 años, y que de repente se han dado cuenta de que existe algo que se llama Internet, y que puede servirles... pues para ganar más dinero.
El Lado Oscuro trabaja de dos maneras: o bien con sus Sith de plantilla, usando los recursos humanos propios de la Gran Empresa (generalmente "informáticos profundos", con avanzados conocimientos de ingeniería del software, pero casi nulos sobre accesibilidad o CSS, y un conocimiento marginal de como interactuan el Mundo Real™ y la Red), o bien tentando a las pequeñas empresas de guerrilla, generalmente a base de jugosos cheques o de promesas de poder sin límite en inmensos proyectos que revolucionarán la escena webera local o nacional.
Para las empresas de guerrilas captadas la decisión no es fácil: las Grandes Empresas se caracterizan por su estructura mastodóntica y piramidal, lo que dificulta el cambio y la adaptación rápida a nuevas situaciones o tendencias, una de las claves del éxito de las empresas Skywalker. Además, la excesiva burocracia que las acompaña tiende a capar la creatividad, y a generar situaciones
dilbertescas con más frecuencia de lo deseable. Y conceptos como teletrabajo, horarios flexibles y colaboración con empresas teóricamente de la competencia resultan extraños e inasumibles.
Además, en torno a los centros de poder de la Gran Empresa orbita una cohorte de asesores, muchos de ellos grandes expertos en marketing y estrategias comerciales, que infieren erróneamente que por tanto son grandes expertos en el marketing aplicado a los nuevos medios. Estos ex-pertos son fácilmente reconocibles a la tercera frase, y si alguna vez el joven empresario de guerrilas osa cuestionar sus análisis, se encontrará con que su falta de fe resulta... decepcionante.
No obstante, la empresa de guerrillas no debe tener miedo. El miedo genera odio, y el odio es el camino hacia el Lado Oscuro.
Si una pequeña empresa sabe jugar sus cartas, puede tener ante sí la puerta abierta a grandes posibilidades: una Gran Empresa implica Grandes Recursos. Grandes Recursos implican más gente, la posibilidad de contratar a (o alquilar los servicios de) los mejores en cada campo, poder desarrollar proyectos propios antes inasumibles, llegar a clientes antes fuera del alcance... Y es posible encontrar una Gran Empresa con la mentalidad lo suficientemente abierta como para permitirte mantener tu organización y sistema de trabajo. E incluso que sus asesores sean realmente expertos con los que compartir un almuerzo te abre la mente a posibilidades insospechadas, o a verdades que siempre han estado ahí y no has sabido ver. O sean expertos reconocidos en sus campos que saben que esa pequeña empresa sabe mucho más que ellos de ciertos temas, y están dispuestos a escuchar y a intercambiar know-how que enriquezca a ambos, y que genere sinergias que favorezcan a la Gran Empresa. Estos asesores existen, y habitan entre nosotros. Yo los he visto.
Siento una perturbación en la Fuerza.