Me recuerda un comentario de GNUdista otra de las ventajas de usar hojas de estilo (o sea, de separar el contenido del continente): la posibilidad de que el propio usuario cambie la apariencia de la página que está viendo, como
en su propia bitácora.
O que no sea el usario, sino la misma página la que decida que apariencia adoptar, con un fisco de programación, y basada en algún tipo de información externa (como, por decir algo, la hora del día, el número de visitas recibidas, el navegador que se usté usando...) o bien al azar, como en el simpático
Strange Banana. Las variaciones que pueden salir de aplicar esta relativamente simple técnica son inmensas, y casi impensables de realizar con HTML tradicional.